Thursday, August 12, 2010

This world keeps spinning faster into a new disaster, so i run to you.

Besé su dulce lágrima, rodeé su cuello con mis brazos y lo besé.—Vamos a dejar a Helena.—Le dije.
—Sí, vamos, sube al carro.
Me subí al asiento trasero, posé mi mano en el hombro de Helena. Me debía una explicación, el tibio contacto de su mano me lo confirmó, de seguro mañana hablaríamos sobre esto. Ahora no era el momento.
Llegamos a la puerta de su casa, se sacó el cinturón para despedirse y bajar, pero Nico la interrumpió:

—Helena... gracias.
—No te preocupes.— Le sonrió y le dio un beso en la mejilla. Me bajé para despedirme y pasarme al asiento del copiloto.
—Mañana te busco para contarte y hablar.
—Sí Danna, y ya olvida todo, todo ya está bien.—Me dio un beso y se fue.

Al subirme al carro, no sabía ya que decir, no quería hablar, sólo quería abrazar a Nicolás. Seguía inquieto. No hablamos de camino a mi casa, al llegar a mi casa, apagó el carro y nos bajamos.

—Quiero entrar.— Me asombró el tono imperativo que usó, pero obedecí.—Quiero hablar con tu mamá, quiero presentarme.
—¿Estás seguro?
—¿Por qué habría de no estarlo?. Quiero que me conozca, que sepa que estoy contigo.
—Está bien... déjame ver si está, voy a preguntarle a mi abuela.— Pensé que no habría nadie, ni siquiera mi abuela, siempre salía desde la mañana a casa de alguna de sus hijas, no le gustaba quedarse sola, mi mamá se iba al hotel y yo estaba en el colegio, cuando llego me pongo a hacer tareas o salgo, es mejor que salga, a nosotras no nos gusta que se quede sola en la casa. Pero son las 7:30 pm, cualquiera de las 2 estaría por llegar.— No, quiero conocer a tu abuela también, sería de mala educación no llamarla si está en casa.
—Como quieras...

Subí a ver si había alguien, y sí, estaba mi abuela viendo la televisión.— Nonna, quiero que te cambies, te quiero... Nicolás quiere conocerte.
—¿Tu enamorado?
—Sí nonna, me lo ha pedido él... Ponte bonita, te esperamos abajo, voy a llamar a mi mamá para saber a que hora va a llegar.
—Ya hijita, bajo en 10 minutos, no me demoro, sólo me cambio de ropa.
—Está bien, voy a estar en la sala.

Bajé a coger mi celular para llamar a mi mamá, estaba en camino.—Amor, mi mamá está viniendo y mi nonna ahorita baja.
No me respondió, estaba hundido en sus pensamientos, no quise interrumpirlo, fui a la cocina a servirme algo de tomar, no me había dado cuenta que estaba sedienta. Sentí los pasos de mi abuela en las escaleras, salí de la cocina y vi a Nicolás de pie esperando por mi abuela.
Se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.— Mucho gusto señora, soy Nicolás Sanzarello.
—Igual hijito, yo soy Constanzia Mazzini, ¿tu familia es italiana?
—Sí, pero en realidad no sé mucho de eso, mis abuelos murieron cuando yo era chico, no pude escuchar sus historias y mi mamá no sabe mucho. Pero usted suena muy italiana.
Mi abuela se sentó en el mueble personal, Nico se sentó frente a ella y yo me acomodé a su lado.
Mi abuela soltó una risa.—Bueno sí, yo nací en Sicilia, pero mis padres decidieron tomar un barco sin rumbo y llegamos a Buenos Aires, viví ahí hasta que ellos murieron, tenía unos 20 años, luego me vine a Lima con una amiga de mi madre, trabajé en una pequeña peluquería que puso y bueno conocí al padre de mis hijas y el resto es historia.
—Sicilia... Siempre me ha gustado ese pueblo, nunca he tenido el placer de ir, pero espero algún día conocerlo.
—A pesar de todo, ahí están mis raíces, yo vivía en Palermo, nunca salí en realidad, mi madre a veces iba a hacer trabajo de campo en Corleone, pero siempre iba con mi papá, yo me quedaba con mi abuela, me quedé en Palermo hasta los 12, así que tengo muchos recuerdos. Pero el tiempo que pasé en Argentina, fue el mejor de mi vida, es un país bellísimo.
—Por supuesto. Yo fui a Buenos Aires de viaje de promoción, conocí los centros turísticos y todo eso, pero se ve que la vida ahí es muy tranquila...
—Sí, y ni que decir de la comida, la música, cómo me gustan los tangos... Osea, ¿tú has acabado el colegio el año pasado?
—No, hace 2 años, tengo 18.
—Y, ¿estás estudiando algo?
—Estoy en la Universidad, estudio arquitectura, mi papá tiene una constructora y siempre estuve rodeado de ese ambiente.
Su amena conversación fue cortada por la llegada de mi mamá. Automáticamente Nicolás se puso de pie para saludarla y presentarse.

—Señora Luciana, soy Nicolás, el enamorado de Danna. Mucho gusto.
—Hola hijo, sí lo sé... Pero de verdad no creía que te fueras a presentar.— Los 2 rieron al unísono.
—Yo menos, algún día iba a tener que hacerlo, así que pensé ¿por qué no ahora?, y bueno, aquí estoy.
—Que gusto que seas un muchacho educado, ¿tienes hambre?
—Un poco...
—Entonces voy a llamar a pedir algo. ¿Te gusta la pizza?
—¡Me encanta!— Nicolás deslumbró a las 2 mujeres con su aturdidora sonrisa.
Mi abuela se puso a conversar con él, me di cuenta que se habían caído bien, ella no era muy amistosa con los desconocidos y con gente de mi edad pues se perdía, siempre anda diciendo que pocos muchachos tienen tema de conversación, los vi muy interesados y no quise molestarlos.

Alcancé a mi mamá en la cocina.—¿Que te parece?— Pregunté a mi mamá.
—No he hablado mucho con él, pero se ve que es educadito, además es guapo.
—Quiero que hables con él, que se conozcan, fue su idea presentarse...— No me dejó terminar.
—¿Qué te pasó en los brazos?— Me preguntó mientras los examinaba.
—Es una larga historia... luego te cuento.
—Eso espero...— Levantó una ceja y marcó un número en el teléfono.

Mi mamá se unió a la conversación, yo también participé cuando podía, los 3 estaban tan animados, sentí alegría. Emmanuel nunca se presentó, yo tampoco lo hice, hablaba con mi mamá, pero no como Nicolás lo estaba haciendo, Emmanuel tenía poca comunicación con mi familia, nunca se la ganó. Al parecer, Nico ya tenía a mi madre y a mi abuela en la palma de su mano. Pasaron 30 minutos y la pizza llegó, nos sentamos en el comedor y seguimos hablando, reímos, Nicolás y mi abuela se jugaron bromas. No nos dimos cuenta de la hora, era la medianoche.

—Son las 12, con razón que tenía sueño.— Dijo mi abuela.
—Verdad, ¿cómo te vas a ir?, es peligroso que te vayas a esta hora.— Mi mamé le dijo a Nico.
—Me voy en mi carro.— Él le respondió.
—¿Ese Mustang es tuyo?
—Ese mismo, mi papá me lo regaló por mi cumpleaños hace una semana.
—Está lindo, cuídalo, no lo maltrates, esos carros son tan caros que da pena hasta usarlos.—Rieron.
Mi abuela se despidió de Nicolás con un abrazo amistoso y se fue a su habitación, y fue el momento en que me perdí. Nicolás pidió que mi mamá se siente con él un momento, le contó lo que había pasado con Emmanuel y dijo que bajo ninguna circunstancia deje que se me acerque, mi madre estaba asombrada, yo no podía creer que él se lo haya contado y creo que lo mismo pensaba mi mamá. Desde ese momento la complicidad entre Nico y mi mamá empezó.
Al rato de que Nicolás se fue, mi mamá entró a mi cuarto, pidiendo explicaciones.

—Lo que te dijo Nicolás es la verdad, no te voy a rectificar nada, porque lo que dijo él, es como sucedieron las cosas, estoy tranquila, sólo espero que Emmanuel no vuelva a venir, pero la verdad es que lo dudo.
—Mira, tu sabes que Emmanuel nunca me agradó, pero tenía que aceptarlo porque tu parecías feliz. Pero Nicolás ha demostrado que es un chico de bien, tuvo el valor de decirme las cosas claras y yo de verdad aprecio esas cosas. Yo ya no voy a permitir que Emmanuel se te acerque, no quiero que por su culpa tu tengas problemas con Nico.— Lo llamó por su diminutivo, es una buena señal.
—Yo lo sé, a mi me dejó atónita que Nico te dijera eso.
—Se nota que te quiere, cualquier chico no lo hubiera hecho. Para mí, Nico ya es de la familia.

Le sonreí, me dio un beso en la frente y salió. A pesar de todo, hoy fue un buen día gracias a Nico. Esa noche, no tuve pesadillas, Nicolás estuvo en mis sueños.

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