Thursday, August 12, 2010

This world keeps spinning faster into a new disaster, so i run to you.

Besé su dulce lágrima, rodeé su cuello con mis brazos y lo besé.—Vamos a dejar a Helena.—Le dije.
—Sí, vamos, sube al carro.
Me subí al asiento trasero, posé mi mano en el hombro de Helena. Me debía una explicación, el tibio contacto de su mano me lo confirmó, de seguro mañana hablaríamos sobre esto. Ahora no era el momento.
Llegamos a la puerta de su casa, se sacó el cinturón para despedirse y bajar, pero Nico la interrumpió:

—Helena... gracias.
—No te preocupes.— Le sonrió y le dio un beso en la mejilla. Me bajé para despedirme y pasarme al asiento del copiloto.
—Mañana te busco para contarte y hablar.
—Sí Danna, y ya olvida todo, todo ya está bien.—Me dio un beso y se fue.

Al subirme al carro, no sabía ya que decir, no quería hablar, sólo quería abrazar a Nicolás. Seguía inquieto. No hablamos de camino a mi casa, al llegar a mi casa, apagó el carro y nos bajamos.

—Quiero entrar.— Me asombró el tono imperativo que usó, pero obedecí.—Quiero hablar con tu mamá, quiero presentarme.
—¿Estás seguro?
—¿Por qué habría de no estarlo?. Quiero que me conozca, que sepa que estoy contigo.
—Está bien... déjame ver si está, voy a preguntarle a mi abuela.— Pensé que no habría nadie, ni siquiera mi abuela, siempre salía desde la mañana a casa de alguna de sus hijas, no le gustaba quedarse sola, mi mamá se iba al hotel y yo estaba en el colegio, cuando llego me pongo a hacer tareas o salgo, es mejor que salga, a nosotras no nos gusta que se quede sola en la casa. Pero son las 7:30 pm, cualquiera de las 2 estaría por llegar.— No, quiero conocer a tu abuela también, sería de mala educación no llamarla si está en casa.
—Como quieras...

Subí a ver si había alguien, y sí, estaba mi abuela viendo la televisión.— Nonna, quiero que te cambies, te quiero... Nicolás quiere conocerte.
—¿Tu enamorado?
—Sí nonna, me lo ha pedido él... Ponte bonita, te esperamos abajo, voy a llamar a mi mamá para saber a que hora va a llegar.
—Ya hijita, bajo en 10 minutos, no me demoro, sólo me cambio de ropa.
—Está bien, voy a estar en la sala.

Bajé a coger mi celular para llamar a mi mamá, estaba en camino.—Amor, mi mamá está viniendo y mi nonna ahorita baja.
No me respondió, estaba hundido en sus pensamientos, no quise interrumpirlo, fui a la cocina a servirme algo de tomar, no me había dado cuenta que estaba sedienta. Sentí los pasos de mi abuela en las escaleras, salí de la cocina y vi a Nicolás de pie esperando por mi abuela.
Se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.— Mucho gusto señora, soy Nicolás Sanzarello.
—Igual hijito, yo soy Constanzia Mazzini, ¿tu familia es italiana?
—Sí, pero en realidad no sé mucho de eso, mis abuelos murieron cuando yo era chico, no pude escuchar sus historias y mi mamá no sabe mucho. Pero usted suena muy italiana.
Mi abuela se sentó en el mueble personal, Nico se sentó frente a ella y yo me acomodé a su lado.
Mi abuela soltó una risa.—Bueno sí, yo nací en Sicilia, pero mis padres decidieron tomar un barco sin rumbo y llegamos a Buenos Aires, viví ahí hasta que ellos murieron, tenía unos 20 años, luego me vine a Lima con una amiga de mi madre, trabajé en una pequeña peluquería que puso y bueno conocí al padre de mis hijas y el resto es historia.
—Sicilia... Siempre me ha gustado ese pueblo, nunca he tenido el placer de ir, pero espero algún día conocerlo.
—A pesar de todo, ahí están mis raíces, yo vivía en Palermo, nunca salí en realidad, mi madre a veces iba a hacer trabajo de campo en Corleone, pero siempre iba con mi papá, yo me quedaba con mi abuela, me quedé en Palermo hasta los 12, así que tengo muchos recuerdos. Pero el tiempo que pasé en Argentina, fue el mejor de mi vida, es un país bellísimo.
—Por supuesto. Yo fui a Buenos Aires de viaje de promoción, conocí los centros turísticos y todo eso, pero se ve que la vida ahí es muy tranquila...
—Sí, y ni que decir de la comida, la música, cómo me gustan los tangos... Osea, ¿tú has acabado el colegio el año pasado?
—No, hace 2 años, tengo 18.
—Y, ¿estás estudiando algo?
—Estoy en la Universidad, estudio arquitectura, mi papá tiene una constructora y siempre estuve rodeado de ese ambiente.
Su amena conversación fue cortada por la llegada de mi mamá. Automáticamente Nicolás se puso de pie para saludarla y presentarse.

—Señora Luciana, soy Nicolás, el enamorado de Danna. Mucho gusto.
—Hola hijo, sí lo sé... Pero de verdad no creía que te fueras a presentar.— Los 2 rieron al unísono.
—Yo menos, algún día iba a tener que hacerlo, así que pensé ¿por qué no ahora?, y bueno, aquí estoy.
—Que gusto que seas un muchacho educado, ¿tienes hambre?
—Un poco...
—Entonces voy a llamar a pedir algo. ¿Te gusta la pizza?
—¡Me encanta!— Nicolás deslumbró a las 2 mujeres con su aturdidora sonrisa.
Mi abuela se puso a conversar con él, me di cuenta que se habían caído bien, ella no era muy amistosa con los desconocidos y con gente de mi edad pues se perdía, siempre anda diciendo que pocos muchachos tienen tema de conversación, los vi muy interesados y no quise molestarlos.

Alcancé a mi mamá en la cocina.—¿Que te parece?— Pregunté a mi mamá.
—No he hablado mucho con él, pero se ve que es educadito, además es guapo.
—Quiero que hables con él, que se conozcan, fue su idea presentarse...— No me dejó terminar.
—¿Qué te pasó en los brazos?— Me preguntó mientras los examinaba.
—Es una larga historia... luego te cuento.
—Eso espero...— Levantó una ceja y marcó un número en el teléfono.

Mi mamá se unió a la conversación, yo también participé cuando podía, los 3 estaban tan animados, sentí alegría. Emmanuel nunca se presentó, yo tampoco lo hice, hablaba con mi mamá, pero no como Nicolás lo estaba haciendo, Emmanuel tenía poca comunicación con mi familia, nunca se la ganó. Al parecer, Nico ya tenía a mi madre y a mi abuela en la palma de su mano. Pasaron 30 minutos y la pizza llegó, nos sentamos en el comedor y seguimos hablando, reímos, Nicolás y mi abuela se jugaron bromas. No nos dimos cuenta de la hora, era la medianoche.

—Son las 12, con razón que tenía sueño.— Dijo mi abuela.
—Verdad, ¿cómo te vas a ir?, es peligroso que te vayas a esta hora.— Mi mamé le dijo a Nico.
—Me voy en mi carro.— Él le respondió.
—¿Ese Mustang es tuyo?
—Ese mismo, mi papá me lo regaló por mi cumpleaños hace una semana.
—Está lindo, cuídalo, no lo maltrates, esos carros son tan caros que da pena hasta usarlos.—Rieron.
Mi abuela se despidió de Nicolás con un abrazo amistoso y se fue a su habitación, y fue el momento en que me perdí. Nicolás pidió que mi mamá se siente con él un momento, le contó lo que había pasado con Emmanuel y dijo que bajo ninguna circunstancia deje que se me acerque, mi madre estaba asombrada, yo no podía creer que él se lo haya contado y creo que lo mismo pensaba mi mamá. Desde ese momento la complicidad entre Nico y mi mamá empezó.
Al rato de que Nicolás se fue, mi mamá entró a mi cuarto, pidiendo explicaciones.

—Lo que te dijo Nicolás es la verdad, no te voy a rectificar nada, porque lo que dijo él, es como sucedieron las cosas, estoy tranquila, sólo espero que Emmanuel no vuelva a venir, pero la verdad es que lo dudo.
—Mira, tu sabes que Emmanuel nunca me agradó, pero tenía que aceptarlo porque tu parecías feliz. Pero Nicolás ha demostrado que es un chico de bien, tuvo el valor de decirme las cosas claras y yo de verdad aprecio esas cosas. Yo ya no voy a permitir que Emmanuel se te acerque, no quiero que por su culpa tu tengas problemas con Nico.— Lo llamó por su diminutivo, es una buena señal.
—Yo lo sé, a mi me dejó atónita que Nico te dijera eso.
—Se nota que te quiere, cualquier chico no lo hubiera hecho. Para mí, Nico ya es de la familia.

Le sonreí, me dio un beso en la frente y salió. A pesar de todo, hoy fue un buen día gracias a Nico. Esa noche, no tuve pesadillas, Nicolás estuvo en mis sueños.

Wednesday, August 11, 2010

No bravery in your eyes anymore, only sadness.

—Pasa— Le dije.

Entramos a la sala. Me senté en el mueble largo, Nicolás se acomodó a mi lado. Yo trataba de que mis moretones no se vieran, pero fue imposible.

—¿Que te pasó?— Me preguntó alarmado.
No se lo podía ocultar, le tenía que decir la verdad. Hablé 10 minutos seguidos, no me interrumpió. Yo estaba al borde de las lágrimas, Emmanuel había cruzado el límite.

—Esto no se puede quedar así.
—Pero no puedo hacer nada, tengo miedo de que lo haga de nuevo.
—Yo no quiero que te le acerques, yo voy a hablar con él— Sentenció.
—¿Estás loco?
—No, estoy enamorado de tí, y nadie, menos él, te pueden hacer una cosa de estas. Ni tu madre te coge un pelo, menos ese demente.
— Por favor, no quiero más problemas... Me siento mal, no quiero que te pase nada.
Me besó, me abrazó con ternura, acarició mi rostro con el dorso de sus dedos. Quise dejar ese tema de lado, pero no pude. Lo que había pasado con Emmanuel no se alejaba de mis pensamientos. Nicolás estaba fastidiado, cada vez que me abrazaba, yo no podía evitar soltar un gemido de dolor debido a los moretones.

—Amor... en serio, ¿Quieres que hable con él?— Me preguntó cerrando los puños, pude sentir una ira colérica en sus tranquilos ojos.
—No.
—¿Pero por qué?— Me refutó.
—No quiero agrandar esta pequeñez...
Se paró de un salto.—¿Pequeñez? Danna... !tus brazos están púrpuras!, tu cara está irritada. ¡Me importa un carajo lo que pase!. Esto no se puede quedar así.
Salió caminando con paso apurado con dirección a la puerta, lo seguí, se subió a su carro y se fue, ¿a dónde? No lo sé. Me quedé paraba, atónita, mirando la vacía calle. Entré desesperada a coger el celular. No me contestaba. Fui al garaje, tomé las llaves de la 4x4 y salí a buscarlo. Si mi mamá se entera de que he cogido el carro me mata, ella me enseñó a manejar y me dijo que cogiera el carro cuando tuviera una emergencia, esto es una emergencia, ¿o no?, creo que no me hará problemas. Apreté el botón para abrir la puerta del garaje. Me dí una vuelta por su casa, no encontraba el Mustang, regresé por mi casa, nada.

—¿Donde mierda te has metido?— Estaba hablando sola, mi mente estaba trabajando a mil por hora, no podía callar mis pensamientos, tenía que hablar, aunque sea conmigo misma. Me entró un hincón de intuición, doblé por la avenida, me dirigí a casa de Helena.
No fallé, el Mustang estaba estacionado en la puerta, doblé por la estrecha calle, pero fue muy tarde, aceleró. No me reconoció, él no conoce los carros de mi casa. Pero no entiendo, ¿que rayos quiere con Helena?. Los seguí, iban por caminos raros. Creo que piensan que quiero robarles el carro, pensé. La 4x4 es negra, con lunas polarizadas, no se puede ver ni un carajo desde afuera, es probable que piensen eso. Decidí desviarme, salí por la avenida, ellos también, bajé la velocidad para despistarlos. Vi un policía. Me estacioné como pude en la puerta de alguna casa en la avenida. No lo perdí de vista, maravillosamente paró un taxi y se subió en él, solté un suspiro. Seguí mi persecución. Se dirigieron a mi casa, pero no pararon. ¡Maldita sea!, iban a casa de Emmanuel. Esperé, ya descubrí su plan. Mi cabeza da vueltas, siento las ganas ácidas de vomitar. ¿Por qué Nicolás me hace esto?. Luego de 5 minutos prendí la camioneta. Me dirigí a casa de Emmanuel, ya no sabía que pensar, no sé con qué me voy a encontrar. Al llegar a su cuadra, Emmanuel no vive lejos de mi casa, estacioné la camioneta detrás del Mustang. Nicolás estaba con Helena, pero sólo Nicolás hablaba, Helena estaba con el rostro desencajado. Me bajé del carro y corrí hacia Nicolás, lo abracé.

—Mira huevón—Nicolás se soltó de mis brazos amoratados. Tenía los ojos desorbitados, perdidos en Emmanuel. Cogió mis brazos con delicadeza y se los mostró.
—Eso es algo entre ella y yo, ¡no tienes por qué meterte!
—¡Me meto porque me da la puta gana huevón!, Danna es mi enamorada. Y te advierto, te metes con ella una vez más, y te juro que no respondo.

Nicolás se le enfrentó, su alta figura encaraba de una manera amenazadora a Emmanuel, eran del mismo tamaño, pero la cara de Nicolás lo intimidaba. Fui con Helena, la abracé, besó mi cabeza y me abrazó con fuerza. Emmanuel se metió a su casa, ya todo había acabado. Nicolás se subió al carro y Helena me dijo:

—Vamos a tu casa.
—No lo dejes solo, ve con él y háblale, yo voy en la camioneta.

Se dirigió al Mustang y yo a mi negra camioneta. Rompí en llanto, sé que no había pasado nada malo, pero no podía evitar sentirme mal, todo esto era por mi culpa. Manejé despacio a mi casa, me miré en el retrovisor, mis ojos estaban de color topacio y mojados, tengo la nariz roja. Metí el carro en el garaje y salí. Nicolás estaba fuera de su auto, estaba apoyado en él, se veía como un Adonis, pero era un Adonis con ojos tristes y furiosos. Al verme se acercó a mí.

—No tienes porqué sentirte mal, todo estará bien— Me dijo. Me rodeó con sus brazos, esos brazos que me daban seguridad.
—¿Por qué lo hiciste?, yo... yo...— Empecé a balbucear. No estaba consciente del momento.
Nicolás cogió mi rostro entre sus manos y miró mis ojos color arena.— Lo hice por que te amo, y si algo más te hubiera hecho, yo... no sé, me hubiera vuelto loco. Danna, te has vuelto parte de mí, eres mi vida. Ahora que te conozco... perderte... simplemente no tendría sentido.— Besó mi frente.
En sus ojos ya no había locura ni arrebato, había tristeza y amor. El brillo de la noche hizo que me dé cuenta de una lágrima bajando por su mejilla. Me odié por hacerlo sentir mal.

Sunday, August 8, 2010

& there you are on your knees, begging for forgiveness, begging for me. Just like i always wanted, but i'm so sorry.

Prendí un cigarro en mi oscuro cuarto iluminado por la tenue luz de mi televisor, pensé en Nicolás, en mí, en Jenna, no la llamaré hoy. Es tarde, mañana lo haré, necesito descansar, pero me sentí con ganas de gritar, de correr, de ser libre. A pesar de que están pasando una película que me gusta, no le estoy prestando atención, no dejo de pensar en lo de esta noche, estoy ida, pero feliz. No tengo sueño, quiero dormir, pero no puedo, Nicolás no deja de aparecer en mis pensamientos.

Desperté con el sonido de el teléfono de mi cuarto, era Jenna. Le tuve que explicar por qué no la llamé, y contarle con detalles la cena de ayer, soltó un grito cuando le dije que ya somos oficialmente enamorados, luego de 2 horas por fin corté, ella tenía que ayudar a su mamá a limpiar la casa, y bueno yo no tenía que hacer nada.
Fui al cuarto de mi mamá, no creo que no esté en casa, es domingo, a veces suele no ir al hotel. No la vi en su cuarto, bajé a la cocina y ahí estaba, tomando desayuno con mi abuela, las saludé muy animosamente.

—¿Qué bicho te picó que estás tan feliz?— Preguntó mi mamá.
Me senté en la mesa para acompañarlas. Les conté lo de ayer, mi abuela se emocionó cuando le describí el lugar, me felicitó.
—Hijita, que bien que estés con este muchacho, pero no te enamores tan rápido, tómalo con calma y todo te irá mejor de lo que piensas.
—Sí, abu... lo sé, pero no sé, no puedo evitarlo... No creo que esté enamorada, pero sí, me gusta bastante.
—¿Y Emmanuel?— Dijo mamá con cierta ironía.
Solté una carcajada.— Nada, no sé nada él, prefiero no saberlo.
—Me vas a decir que no sabe de Nicolás... El chisme corre. Pueblo chico, infierno grande.
Reí de nuevo.— Sí sabe que estoy saliendo con alguien, pero no sabe con quién.
—Obvio, no creo que se conozcan. Sigue sin estudiar ¿no?
—Así parece, en verdad no sé, es un tarado.
—Muchachas, muchachas...—Rió mi abuela.
Le sonreí, me serví jugo de naranja, probé un sorbo y me dirigí a mi cuarto. Ellas siguieron hablando, probablemente de mí.

Me metí a mi cama, cerré los ojos y me quedé dormida. Sentí que tocaron la puerta de mi cuarto, era mi mamá.

—Te busca Emmanuel.
—¡Mierda!... ya bajo...

Mi mamá cerró la puerta, y yo me cambié, eran las 5 de la tarde y yo seguía en pijama. Emmanuel estaba en la puerta, tengo un mal presentimiento.
Salí, él estaba apoyado en la camioneta de mi mamá, algo raro, siempre está en la cochera.

—¿No me vas a saludar?.— Se alejó de la camioneta para darme un beso en la mejilla.
—¿Pasa algo?.—Quería ir directo al grano, su presencia me fastidia.
—No, quería saber cómo estás...
—Eh... Yo estoy bien.
Empezó a hablar incoherencias, me sentía al borde de la locura. Y fue cuando pasó. Emmanuel cogió mi cara con una de sus manos e intentó besarme, me resistí.
—¿Qué te pasa?
—¡No quiero que me beses!
—Danna, yo quiero volver contigo, discúlpame por las cosas que te hice pasar, sé que soy un imbécil...—Trató de besarme una vez más. Me resistí. Esta vez, usó su fuerza, me cogió la cara con sus 2 manos, empecé a girar mi cabeza para todos los lados posibles, traté de separarlo de mí. Me cogió de los brazos de una manera tosca, no se quería dar por vencido.
—Suéltame o grito.—Lo amenacé.— No lo digo en broma, si grito saldrá mi mamá, y enserio no te conviene.
Decidió soltarme.—Seguro que ya estás con otro... Que estúpido soy.
—Sí, eres estúpido, por que puedo ser tu amiga, pero eres tan bruto, que... que ni siquiera piensas en esa posibilidad. ¡Eres egoísta, todo lo quieres para ti!
—¡No puedo olvidarte!, ¡No quiero perderte!
—Pues que pena, es lo que justo acabas de hacer.

Le dí la espalda y entré a mi casa, cerré la puerta con fuerza y subí a mi cuarto, cogí mi almohada y ahogué un grito. Sonó el timbre, quién rayos será, pensé. Me fijé por la ventana, era Nico. No pude evitar sentirme feliz, pero aún sentía rabia. Me quité el polo que tenía puesto, para ponerme uno mejor, me miré al espejo y vi dos manchas moradas en cada uno de mis brazos, mi cuello y cara estaban rojos, ni que decir de mis ojos, estaban marrones. ¿Qué demonios le voy a decir a Nicolás?. La verdad, pensé.

Tuesday, August 3, 2010

This will last forever. I just know.

No pude dormir toda la noche, pensando lo que podrá pasar. No quise desesperar, ni siquiera mandarle un mensaje. Quería esperarlo con ansias, no saber nada de él hasta las 7:30 pm, sería más emocionante.
Dijo que me vistiera elegante, no tengo ropa elegante, en realidad no sé cómo vestirme, no sé a donde vamos a ir, así que no sé como vestirme. Le pediré ayuda a Jenna, tiene buen gusto para vestir.
Jenna vino a mi casa en cuanto la llamé, trajo consigo vestidos, polos elegantes, pants de todos los colores y hasta zapatos de taco, la adoré. Ella es mi mejor amiga desde que tengo uso de razón, hemos crecido juntas, vive a 4 casas de la mía, vamos al mismo colegio, pero no estamos en el mismo salón, soy 1 año menor que ella. Nuestras madres se conocen desde su adolescencia y nos inculcaron la amistad entre nosotras, no recuerdo haber peleado con ella, somos demasiado unidas, la quiero como la hermana que nunca tuve, y eso es decir poco.

—Prueba con este.— Y me dio un vestido blanco escotado en V, no muy largo ni muy corto y unos zapatos negros de diseñador forrados en satén.

Luego de 5 minutos salí de mi clóset, que es como un pequeño cuarto. Jenna se quedó con la boca abierta.

—Estás hermosa, te tienes que poner éste, estás perfecta. Déjame probar como te voy a maquillar y peinar. ¡Aretes!, saca tu joyero.— Al parecer, ella estaba más entusiasmada y nerviosa que yo, eso es lo que siempre me ha gustado de ella, siempre se alegra de las cosas buenas que me pasan, al menos ella se da cuenta cuando son buenas para mi. Me conoce demasiado, que no tengo que explicarle tanto, ella siempre sabe como me siento con sólo mirarme a los ojos, conoce mucho de mí y yo de ella, somos como engranajes que nunca podrán interferir en sus movimientos, al contrario, por lo mismo que son engranajes, se complementan para funcionar.

Jenna me mandó a bañarme, eran exactamente las 4:37 de la tarde, así tendría tiempo de dejarme lista antes de las 7:30. Cuando salí de bañarme, Jenna empezó con mi cabello, lo secó, para luego plancharlo, mientras hacía lo que mejor le parecía con mi cabello, yo le contaba todo lo que últimamente había pasado, no la había visto en estos días, ahora yo sólo andaba con Nico, tampoco la veía en los recreos porque he tenido que ponerme al corriente con las tareas. Ella decía que Nico me convenía en todos los aspectos.

—Aparte de ser guapísimo, es de buena familia, y está estudiando una buena carrera pero lo más importante es que te quiere, una persona que no está interesado del todo en ti no tiene este tipo de detalles.— Siguió deslizando la plancha por mis largos cabellos y me dejó pensando. Tenía razón, de no ser así ¿Por qué Nico se mostraba tan interesado en mi?.
—Es cierto, pero no sé, es tan raro, yo no tengo tanta suerte.
—Danna, por favor, no digas tonterías. Tu puedes tener a cualquier chico, sólo que no quieres.
—Pero yo no quiero a cualquiera pues, Nicolás es diferente, Emmanuel ya quedó en el pasado, dejó de existir cuando conocí a Nico.
—Lo sé, ahora date la vuelta, me falta la parte de adelante.— Dio la vuelta a mi rosada y giratoria silla, me miró con mala cara.— ¿Por qué estás nerviosa?
Yo sabía que mis ojos estaban de color topacio, no me sentía bien, no estaba triste, como dijo Jenna, estaba nerviosa.

—Porque tengo miedo de que algo salga mal.
—Deja de ser tan negativa o ¿quieres que te cachetee?, Nicolás te quiere, y de seguro que hoy te dirá para estar, así que cálmate.
—¿Tú crees?
Hizo una mueca y me remedó.—"¿Tú crees?", ¡Claro que creo!, te apuesto que no quiere dejarte ir, eres especial y diferente a las demás, ¿Por qué crees que Emmanuel no acepta que ya no estás con él?
—¿Acaso has hablado con él?— Levanté una ceja, cómo no me lo dijo antes, que patético es Emmanuel, no entiende que ya no quiero ni verlo.
—Sí... fue hace 2 días, quería que lo ayude para que vuelvan, pero no quise, yo sé que quieres intentarlo con Nicolás, yo sé que él te hará feliz, Emmanuel nunca va a dejar de ser un idiota.
—¿Pero le dijiste algo sobre Nicolás?
—No, él ya lo sabe, alguien del colegio le ha dicho, no me quiso decir quién, pero sólo sabe que te estás viendo con alguien, no sabe quien es ni de donde.
—¿Tú se lo confirmaste?
—Sí, es mejor que sepa que ya no andas sola, algo tiene que frenarlo.
—Bueno sí, aunque dudo que del todo, seguro que dentro de un tiempo volverá a seguir molestándome.
—Son las 6:30, cámbiate de una vez.

Hice lo que me dijo, me puse un polo cualquiera y saqué el neceser de cosméticos.

—Ven para rizarte las pestañas.— Hizo todo el proceso del maquillaje. Me puse el vestido. Ya estaba lista, me puse los aretes y una cadena de plata que me regaló mi abuela.
—¡Son las 7:30!, ¿qué hago?, tengo miedo.
—Cálmate, Nico no te puede ver con los ojos así, ¿qué va a pensar?
—Pero no puedo calmarme, estoy nerviosa, no sé que va a pasar hoy.
—Pero ya lo sabrás.

El timbre sonó, Jenna salió por la ventana, no quería que Nico me viera hasta bajar. Le dijo que ya bajaba, cogí mi cartera, apagué la luz y salimos del cuarto.

***

Jenna saludó a Nico, y me dio un abrazo de despedida. Tengo que llamarla cuando llegue a casa para contarle que pasó.
Nicolás rodeó mi cintura con sus brazos, besó mi cuello descubierto y me dijo:
—Estás hermosa, perfecta, me has dejado sin palabras.— Besó mis labios de manera suave y me tomó de la mano. No me había dado cuenta que había un Ford Mustang GT 2005 de un gris luminoso, estacionado a pocos pasos de nosotros. No pude evitar la impresión, me encantan los carros, en especial los Mustang.—¿Te gusta?— Me preguntó con cierta curiosidad.
—¡Me encanta!, ¿Es tuyo?.— No podía salir de mi asombro.
—Sí, mi papá me lo ha regalado por mi cumpleaños, hoy día me lo dio. Es del 2005, pero está nuevo. Íbamos a ir en taxi, pero mira que graciosa es la vida, definitivamente, hoy es y será uno de los mejores días de mi vida.

Le sonreí, me quedé pensando, tal vez Jenna tenga razón y Nicolás quiera formalizar, pero no puedo adelantarme. Me acompañó a la puerta de su bello Mustang y abrió la puerta para que yo entre. El auto tenía unos cómodos asientos de cuero. Subió al auto y puso un CD, era el 2do álbum de John Mayer, mi cantante favorito. Él no lo sabía, pero me gustó que tenga los mismos gustos musicales que yo. Cambió a la canción número 8, una de mis canciones favoritas también.

—¿Has escuchado a John Mayer alguna vez?—Me preguntó.
—Bromeas, ¿no?. Es mi cantante favorito y ésta es una de mis canciones favoritas, ese hombre es un genio para escribir.
Soltó una risa.—Es uno de mis cantantes favoritos también, opino lo mismo en cuanto a su capacidad para escribir, es un tipo muy profundo.—Me besó la mano, y miró el camino.
Empecé a cantar las canciones, él las cantaba conmigo. En los semáforos me agarraba la mano y la acariciaba con su pulgar. Habían pasado alrededor de 20 minutos, aún no llegábamos al destino, me di cuenta que estábamos en San Isidro.
Nicolás se estacionó en un cochera. Bajó del auto y se dirigió a abrir la puerta del copiloto. Salimos de la cochera, al costado había un restaurante muy pintoresco, de facha gaucha, dio su nombre en la puerta y nos dirigieron a una mesa para 2. Pidió una parrilla. Tomamos vino, conversamos y comimos. Cuando acabamos la parrilla, sirvió vino en nuestras copas, sentí el sonido de un violín, la melodía se hacía fuerte, era un tango. Los conozco bien por que mi abuela, cuando yo era chica, me llevaba a la sala y me hacía poner en el equipo un CD de Carlos Gardel que le regaló una mis tías, y cantaba, se emocionaba hasta las lágrimas. Nicolás me sacó de mis recuerdos cuando me dijo que iría al baño, asentí.

—¿Tan rápido?— Pasaron sólo 20 segundos de que se había ido y ya estaba de vuelta.
Me quedó mirando y esbozó una sonrisa. Sentí pasos.

—Buenas noches señorita.— Era el señor del violín. Empezó a tocar una canción lenta, no la pude reconocer.

Nicolás tomó mi mano por encima de la mesa, no lo estaba mirando, pero pude sentir sus ojos posados en mí. Levanté la mirada, lo contemplé por unos segundos y me dijo:

—Eres la chica más linda que he conocido, no quiero perderte. Por eso, te traje aquí, a mi restaurante favorito, me levanté para llamar al señor violinista. Y, ¿sabes qué?, voy a dejarme de rodeos, quiero que solamente seas mía, quiero ser tuyo, ser parte de tu vida y tú parte de la mía. ¿Quieres estar conmigo?—Enloquecí. No podía articular palabra, acaricié su mano y sonreí.
—Sí, sí, sí, sí y mil veces sí.


Sunday, August 1, 2010

Cause if it's over, then it's over & is driving me insane.

Me quedé casi toda la noche buscando muebles, pintura y demás cosas para los hoteles de mi mamá. Hace un par de años abrió un hotel en la Avenida Pardo, en Miraflores, al comienzo era pequeño y de 3 estrellas, pero tenía buenos ingresos, así que mi mamá decidió hacerlo crecer, al cabo de 1 año y medio le dieron las 5 estrellas. El hotel se hizo buena fama por el país, y unos empresarios de Cuzco le ofrecieron hacer un hotel 5 estrellas en una de las zonas más concurridas y turísticas de Cuzco, mi mamá aceptó, era un buen negocio. Luego de un año abrió uno en Iquitos. El negocio sigue siendo próspero, tenemos una vida cómoda, apesar de todo no nos damos lujos extravagantes, mi madre siempre fue una mujer sencilla, no es una pituca recatada.

En estos momentos de mi vida deseo que mi papá estuviese con nosotras, él murió cuando yo tenía 3 años, no tengo recuerdos de él, no tengo memorias de él, pero tengo fotos y videos, que hasta el día de hoy cuando las veo no puedo controlar las lágrimas, yo sé que mi mamá se da cuenta, pero nunca deja de preguntarme por qué no quiero ver esos videos, no me atrevo a decirle que aún me apena. Era mi padre, y lo perdí. Soy demasiado sensible, no soporto cosas que otros piensan que son insignificantes. Ahora soy feliz y mi papá no está aquí para verlo.
Me paré de la cama y sentí la suave alfombra con los dedos de mis pies, caminé hacia el espejo rectangular que está al lado de la ventana que deja ver la tranquila calle, mis ojos seguían celestes y sonreí. Miré el reloj de pared de Hello Kitty que hace un par de años me regaló Jenna en un cumpleaños, eran las 12 del mediodía. Prendí mi celular y bajé a servirme cereal con yougurt en la cocina, cuando terminé regresé a mi habitación, era demasiado rosada, necesitaba un cambio, pero en realidad no me gusta hacer cambios, la dejaré tal y como está. Prendí la televisión, hice zapping por 3 minutos y la apagué. Cogí mi celular y escribí un mensaje Te extraño <|3. Lo envié a Nico, no sé que me pasa, todo está pasando muy rápido, no soy de las personas que les pasa cosas buenas, que encuentran el amor así de fácil. Nunca voy a olvidar cuando mi mamá me dijo que la felicidad nunca viene en paquete completo, y cada vez que lo recuerdo, me asusta. No aguantaría perder a Nicolás, sé que algún día acabará, nada dura para siempre, pero me no me gustaría que de la nada nos dejemos de hablar, verlo con otra chica, creo que preferiría morir a ver eso. El otro día le conté a Gaby, es una de mis amigas más cercanas, está en mi salón y siempre le cuento mis cosas, me gusta su manera fría y calculadora de pensar, le conté como me sentía y de las sensaciones que pienso que tendré cuando todo muera entre Nicolás y yo. Ella me dijo que no me preocupe por eso, son felices ahora, no te mortifiques por eso aún. Disfruta tu momento. Fue lo que me dijo. Y me di cuenta que tiene razón.
Salí de mi trance al sonar mi celular. Yo más <|3... ¿Te busco más tarde?. Respondí de inmediato con una afirmación. Nico vendría a las 6 de la tarde, aún me quedan 5 horas y 30 minutos de impaciente soledad. No hay nadie en casa, mi mamá debe estar en el hotel y de seguro mi abuela en casa de alguna de mis tías.
Prendí mi computadora y esperé. Abrí el reproductor de música y puse a todo volumen canciones de Mariah Carey, crecí con esa música, cada vez que subía a la camioneta de mi mamá siempre ponía su casette Daydream, el segundo álbum de Mariah, a pesar de ser pequeña me sabía todas las canciones, al pie de la letra, y a pesar de los años aún las recuerdo.

Pasaron 3 horas que estuve escuchando música y decidí empezar a alistarme. Me bañé, escogí mi ropa, me puse casi lo de siempre, unos jeans, unas converse marrones, un polo de Bob Marley que mi mamá trajo de uno de sus viajes al extranjero. Sequé mi castaña cabellera, me ricé las pestañas, miré el reloj, pues eran las 5:45 min. Arreglé el desorden que causé y esperé. No podía dejar de mirar la ventana por si venía, y lo vi venir, bajé corriendo las escaleras, abrí como loca las puertas y ya estaba en la puerta de mi casa, me arrojé en sus brazos y lo besé como si no lo hubiera visto en años.

—Se nota que me extrañaste, no he podido dejar de pensar en ti amor.—Y me besó la frente.
—No sabes cuánto te he extrañado, supongo que no has bailado con extrañas ¿no?—Le pregunté mientras alzaba una ceja.
—Por supuesto que no, pero...
—¿Pero... qué?—No pude evitar no poner cara de molesta, pero aún así, le causó gracia.—¿Qué es tan gracioso?
—Estás celosa.—Soltó una carcajada de placer.—Es que me encontré a una chica que quería estar conmigo, yo siempre la traté como a una amiga, pero ella no a mi. No la saludé si quiera... Me escondí.—Me guiñó el ojo.—Sabía que si la saludaba querría bailar o conversar, así que preferí evitarla, además no tienes por qué ponerte celosa, yo te quiero a tí, te adoro, eres mía, eres bonita, ella no es como tú, no te cambiaría por nada.

Lo besé, nadie me había dicho ese tipo de cosas, ni siquiera Emmanuel que estuvo conmigo durante 2 años, Nicolás un casi desconocido, me lo dice.

Me senté en la grada de la escalera, me siguió. Me abrazó y nos quedamos en silencio. Hablamos durante 1 hora. Hasta que llegó mi mamá, raramente no estábamos abrazados. Se bajó de la camioneta y se dirigió a nosotros.

—Hola hijita.—Me dio un beso en la mejilla.
—Buenas noches señora.—La saludó Nico, y fue tan gracioso, estaba avergonzado, era la primera vez que conocía a mi mamá, la saludó con voz de timidez.
—Hola...—Le sonrió y subió los 4 escalones hacia la puerta principal, volteé la mirada hacia ella y me levantó el pulgar.

Mi mamá sabía que Nicolás me gustaba, notó mi cambio en los ojos, a parte, somos como amigas, le conté que siempre me veía con él, pero no que lo amaba con la intensidad de 10 mil soles.
Alrededor de las 11 de la noche dejamos de hablar para ver el reloj.

—Amor, me tengo que ir.—Amé aquellas 2 veces que me dijo Amor... si fuera Reed de los Cuatro Fantásticos, me hubiera derretido. Pero no lo soy, aunque me derretí por dentro.
—Está bien bubba, es tarde.—Besé su nariz, luego sus labios.
Sin dejar de rozar mis labios me dijo:—Quiero invitarte a salir, así que mañana vístete elegante por que vamos a cenar, ¿te parece?

Quedé desconcertada, primero me dice cosas que nadie me dijo, ahora hace cosas que nadie me propuso.

—Por supuesto, ¿a dónde iremos?—Le pregunté realmente interesada. A estas alturas, Nico me demuestra lo detallista que es, es perfecto.
—Sorpresa, sorpresa.—Me sacó la lengua, como un niño en el nido sólo para perturbar a su compañero.
—Bah... Está bien. Esperaré.
—Te recojo a las 7:30 pm, espérame lista, no me hagas esperar, ya hice reserva a las 8 en punto.
—Osea, que tú haces reservas sin consultarme.—Se lo dije en broma, adelanté mi pie izquierdo, puse una mano en la cintura y fruncí los labios.
Rió.—Dannie, Dannie, Dannie... ¿Que haría sin ti?—Me abrazó y bajó su cabeza para besar mi frente, es más alto que yo, me siento como una niña pequeña cuando me abraza.
Le sonreí y lo abracé fuerte.—Te adoro bubba.—Y me dirigí a la puerta.
—Espera.—Me dijo. Subió los escalones y besó mi nariz.—Hasta mañana.