Wednesday, February 17, 2010

IX

—¿Pero qué demonios estás diciendo?—Empezé a regañar a Helena, estaba diciendo locuras.


—Lo que escuchaste, ya me hartó, ¿qué se habrá creído para hablarme de esa manera?. Acompáñame a buscarlo.— No me preguntó, me ordenó.


—Esta bien, dejame avisarle..—Nisiquiera pude terminar la frase, me hizo a un lado y nos adentró a la oscuridad de la cuadra de la casa de Julián, él no vivía lejos de donde nos encontrábamos, sólo a dos cuadras a lo mucho.


—No vayas a decir nada de nada. No quiero que nadie sepa.— Me volvió a ordenar.


—Lo que digas jefa...— Me senté en la vereda de la esquina para no escuchar sus dilemas de: te odio eres el peor, me hartas, déjame en paz, que te pasa, y bla bla bla.


Después de tres minutos me doy cuenta de que Helena viene caminando rápido hacia mí y Julián corre detrás de ella y la jala. Me horrorizé. Me paré para ayudarla.


—Ve avanzando, no me voy a demorar.—me dijo.


Empezé a caminar y en menos de diez segundos ya estaba a mi costado. Me contó lo que habían hablado, pero me asombró que me dijera que quería volver al Espejo.


—¿Qué pasó Dannie?— Me preguntó Nico con su melodiosa voz.

—Nada, acompañé a Helena a casa de su abuela. ¿Qué hora es?— Y sacó mi celular del bolsillo de su pantalón.
— Exactamente las 9:26 min. ¿Por qué, ya te tienes que ir?— Me preguntó con calma disfrazada de tristeza.
— No, para nada, sólo quería saber.— Fue lo que dije.

Los siguientes minutos los pasamos escuchando los chistes de los demás. Alrededor de las 10:30 p.m me tenia que ir a mi casa, le dije a Angelo que me acompañe, pero como era de esperar Nico se ofreció y no me molestó. Pero fuimos con Angelo, tampoco me molestó. Cuando llegamos a mi casa, nos pusimos a conversar, pero lo que más me gustó fue que me abrazó todo el tiempo, me daba besos en la frente y en las manos. Lo quise más de lo que actualmente lo quería.

—¿Mañana nos vamos a ver?—Me preguntó mientras acomodaba mi cabello detrás de mi oreja.
—Si me quieres ver, ahí estaré.—Le respondí.
—Eso ni lo dudes, y sabes que siempre te quiero ver, que no aguanto ni un día sin ti. Ayer me sentía incompleto sin ti y cuando hablamos por teléfono no te tenía cerca, pero al menos escuché tu voz. ¿Qué me has hecho Dannie?—Y besó mi mejilla.

—Basta tórtolos, Nico ya es tarde vámonos pues, mi mamá me va a dejar sin hijos—Empezó a reclamar Angello.
—Ya está bien, todo sea por el bienestar de tu futura esposa. Adiós Dannie, nos vemos mañana, a la misma hora y en el mismo lugar, sólo que esta vez te prometo que estaremos solos. Te quiero.— Tocó mi mejilla con sus suaves labios y luego sentí la tosca despedida de Angello.

Entré a mi casa, caminé a la sala y me miré al espejo. Tenía un aspecto feliz y lo pude comprobar cuando prendí la luz y me di cuenta que era la segunda vez desde que conocí a Nico que mis ojos empezaban a cambiar de color después de mucho, pero mucho tiempo.