Wednesday, August 11, 2010

No bravery in your eyes anymore, only sadness.

—Pasa— Le dije.

Entramos a la sala. Me senté en el mueble largo, Nicolás se acomodó a mi lado. Yo trataba de que mis moretones no se vieran, pero fue imposible.

—¿Que te pasó?— Me preguntó alarmado.
No se lo podía ocultar, le tenía que decir la verdad. Hablé 10 minutos seguidos, no me interrumpió. Yo estaba al borde de las lágrimas, Emmanuel había cruzado el límite.

—Esto no se puede quedar así.
—Pero no puedo hacer nada, tengo miedo de que lo haga de nuevo.
—Yo no quiero que te le acerques, yo voy a hablar con él— Sentenció.
—¿Estás loco?
—No, estoy enamorado de tí, y nadie, menos él, te pueden hacer una cosa de estas. Ni tu madre te coge un pelo, menos ese demente.
— Por favor, no quiero más problemas... Me siento mal, no quiero que te pase nada.
Me besó, me abrazó con ternura, acarició mi rostro con el dorso de sus dedos. Quise dejar ese tema de lado, pero no pude. Lo que había pasado con Emmanuel no se alejaba de mis pensamientos. Nicolás estaba fastidiado, cada vez que me abrazaba, yo no podía evitar soltar un gemido de dolor debido a los moretones.

—Amor... en serio, ¿Quieres que hable con él?— Me preguntó cerrando los puños, pude sentir una ira colérica en sus tranquilos ojos.
—No.
—¿Pero por qué?— Me refutó.
—No quiero agrandar esta pequeñez...
Se paró de un salto.—¿Pequeñez? Danna... !tus brazos están púrpuras!, tu cara está irritada. ¡Me importa un carajo lo que pase!. Esto no se puede quedar así.
Salió caminando con paso apurado con dirección a la puerta, lo seguí, se subió a su carro y se fue, ¿a dónde? No lo sé. Me quedé paraba, atónita, mirando la vacía calle. Entré desesperada a coger el celular. No me contestaba. Fui al garaje, tomé las llaves de la 4x4 y salí a buscarlo. Si mi mamá se entera de que he cogido el carro me mata, ella me enseñó a manejar y me dijo que cogiera el carro cuando tuviera una emergencia, esto es una emergencia, ¿o no?, creo que no me hará problemas. Apreté el botón para abrir la puerta del garaje. Me dí una vuelta por su casa, no encontraba el Mustang, regresé por mi casa, nada.

—¿Donde mierda te has metido?— Estaba hablando sola, mi mente estaba trabajando a mil por hora, no podía callar mis pensamientos, tenía que hablar, aunque sea conmigo misma. Me entró un hincón de intuición, doblé por la avenida, me dirigí a casa de Helena.
No fallé, el Mustang estaba estacionado en la puerta, doblé por la estrecha calle, pero fue muy tarde, aceleró. No me reconoció, él no conoce los carros de mi casa. Pero no entiendo, ¿que rayos quiere con Helena?. Los seguí, iban por caminos raros. Creo que piensan que quiero robarles el carro, pensé. La 4x4 es negra, con lunas polarizadas, no se puede ver ni un carajo desde afuera, es probable que piensen eso. Decidí desviarme, salí por la avenida, ellos también, bajé la velocidad para despistarlos. Vi un policía. Me estacioné como pude en la puerta de alguna casa en la avenida. No lo perdí de vista, maravillosamente paró un taxi y se subió en él, solté un suspiro. Seguí mi persecución. Se dirigieron a mi casa, pero no pararon. ¡Maldita sea!, iban a casa de Emmanuel. Esperé, ya descubrí su plan. Mi cabeza da vueltas, siento las ganas ácidas de vomitar. ¿Por qué Nicolás me hace esto?. Luego de 5 minutos prendí la camioneta. Me dirigí a casa de Emmanuel, ya no sabía que pensar, no sé con qué me voy a encontrar. Al llegar a su cuadra, Emmanuel no vive lejos de mi casa, estacioné la camioneta detrás del Mustang. Nicolás estaba con Helena, pero sólo Nicolás hablaba, Helena estaba con el rostro desencajado. Me bajé del carro y corrí hacia Nicolás, lo abracé.

—Mira huevón—Nicolás se soltó de mis brazos amoratados. Tenía los ojos desorbitados, perdidos en Emmanuel. Cogió mis brazos con delicadeza y se los mostró.
—Eso es algo entre ella y yo, ¡no tienes por qué meterte!
—¡Me meto porque me da la puta gana huevón!, Danna es mi enamorada. Y te advierto, te metes con ella una vez más, y te juro que no respondo.

Nicolás se le enfrentó, su alta figura encaraba de una manera amenazadora a Emmanuel, eran del mismo tamaño, pero la cara de Nicolás lo intimidaba. Fui con Helena, la abracé, besó mi cabeza y me abrazó con fuerza. Emmanuel se metió a su casa, ya todo había acabado. Nicolás se subió al carro y Helena me dijo:

—Vamos a tu casa.
—No lo dejes solo, ve con él y háblale, yo voy en la camioneta.

Se dirigió al Mustang y yo a mi negra camioneta. Rompí en llanto, sé que no había pasado nada malo, pero no podía evitar sentirme mal, todo esto era por mi culpa. Manejé despacio a mi casa, me miré en el retrovisor, mis ojos estaban de color topacio y mojados, tengo la nariz roja. Metí el carro en el garaje y salí. Nicolás estaba fuera de su auto, estaba apoyado en él, se veía como un Adonis, pero era un Adonis con ojos tristes y furiosos. Al verme se acercó a mí.

—No tienes porqué sentirte mal, todo estará bien— Me dijo. Me rodeó con sus brazos, esos brazos que me daban seguridad.
—¿Por qué lo hiciste?, yo... yo...— Empecé a balbucear. No estaba consciente del momento.
Nicolás cogió mi rostro entre sus manos y miró mis ojos color arena.— Lo hice por que te amo, y si algo más te hubiera hecho, yo... no sé, me hubiera vuelto loco. Danna, te has vuelto parte de mí, eres mi vida. Ahora que te conozco... perderte... simplemente no tendría sentido.— Besó mi frente.
En sus ojos ya no había locura ni arrebato, había tristeza y amor. El brillo de la noche hizo que me dé cuenta de una lágrima bajando por su mejilla. Me odié por hacerlo sentir mal.

No comments:

Post a Comment