Thursday, July 29, 2010

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Desperté con el sonido de mi celular. Era Nico. Quería avisarme que iba a ir a una discoteca con sus amigos, quería que yo vaya.
Estoy completamente segura que mi madre no me dará permiso. Bueno haré el intento.

—Mami, hoy hablé con Angelo y Nico, van a ir a Miraflores a una disco, ¿puedo ir?— Tenía que usar mi voz angelical, siempre funcionaba.
—No.— Y siguió mirando la televisión.

Sabía que su rotunda negación no cambiaría, pero decidí luchar.

—Por favor mamá, te prometo que lavo los platos una semana.— No me quedaba de otra que ofrecer mis servicios.
—No me tienes que prometer eso, es tu deber.— Y seguía viendo el programa de Susana Gimenez.

Listo, jamás cambiaría su palabra. Me tendré que quedar en mi casa viendo los patéticos pero a veces graciosos programas de canales nacionales y con suerte alguna película romántica en TNT.
Al parecer hoy no veré a Nico, lo que me hace sentir desdichada e incompleta.
Helena me llamó contándome que sus papás se iban a Canta a pasar el fin de semana, y que ella no quería ir y se iba a quedar en la casa de su abuela, así que vendría a buscarme en la tarde para hacer algo, en realidad hacer nada, sólo ir al espejo y conversar.
Ese día fue eclipsado, lo digo así porque sucedieron 2 cosas: Helena fue atacada por un grupo de chicos que intentaban robarle su celular mientras iba de camino a casa de su abuela luego de haber pasado la tarde conmigo. Cuando llegué a mi casa, mi mamá, mi abuela y mi tío estaban hablando muy animadamente y no los quise molestar, hasta que mi celular sonó. Era Helena, me dijo entre lágrimas y jadeos que la encuentre en el espejo, que es el parque de por la casa de Nico, le decimos así porque sus cuatro lados son simétricos e igual de coloridos, y era nuestro punto medio de encuentro. Le dije a mi mamá que algo le había pasado a Helena e iría a ver como estaba, salí de mi casa con paso firme y algo acelerado, me preocupaba lo que podía encontrar, tengo una gran imaginación así que por mi mente se cruzaba lo peor.
Al cabo de 3 minutos, llegué, estaba en el centro del parque con Ricardo y María José, le pregunté que había pasado, porque ya estaba más tranquila y me contó que 4 chicos quisieron quitarle el celular pero que gritó en plena avenida y Ricardo la fue a ayudar porqe se encontraba en la acera del frente, los ahuyentó en su intento de propinarle una buena patada al ladrón mas cercano le cayó a Helena en la cabeza. El final me causó gracia, es imposible no reírse cuando Helena cuenta sus historias. Ricardo y María José se fueron, y nosotras nos quedamos conversando, y de la nada llegó Paul, el ex de Helena, con Rico. Que irónico. Rico se sentó a mi lado y me dijo:

—¿Cómo estás Bubba?— Usó el sobrenombre que yo le había puesto a Nico, sentí verguenza, ya todos sabían.
Solté una carcajada.—Estoy bien, ¿Y tú baby?— Fernanda lo llamaba baby, en realidad es gracioso, suena demasiado cursi.
Hizo su típica mueca de sonrisa.—Te has vuelto demasiado graciosa Danna, ¿qué vas a hacer hoy?— Él también iba a ir a la discoteca con los demás. De seguro pensó que yo también iría.
—Nada en realidad, me quedaré en casa, ayudando a mi mamá con cosas de los hoteles.
—Interesante... Yo pensé que ibas a ir a Phantom con nosotros.
—Bueno, pensaste mal.
En ese momento se escuchó el sonido de una moto, y dobló la esquina, era Jaime con Nico. Saludaron a todos y Nico me saludó cariñosamente. Jaime empezó a contar las travesías de su día con Nico, todas eran graciosas, no paramos de reirnos. Hasta que Helena tenía que irse, eran las 10 de la noche, así ni modo, era mi hora también.
Nico me estaba abrazando, como siempre le gustaba hacerlo y me gustaba que lo hiciera, rodeaba mi cintura con sus brazos y le gustaba pegar su fina nariz griega a mi mejilla, y dibujar círculos con la misma.— Nico, me tengo que ir...—Le susurre al oído.
—No te vayas por favor.—Me suplicó con la mirada, era uno de esos gestos a los cuales no me podía resistir.
—Pero Helena ya se va, y no me quiero ir sola a mi casa.
Se quedó pensando 5 segundos, hasta que por fin se decidió a hablar.—Yo te llevo Dannie.— Y rozó su nariz con la mía.
—Pero, ¿no te tienes que bañar y cambiar para ir a Phantom ?
—Sí, pero eso puede esperar, prefiero dejarte en la puerta de tu casa sana y salva, para que mañana nos podamos ver.
—Esta bien, vamos ahorita pues.
Se levantó de la grada en la que estábamos sentados, se dirigió hacia Jaime. Mientras yo le decía a Helena que me iría con Nico, como siempre, me dijo que le cuente si pasaba algo interesante.

Nico me abrazó mientras caminabámos, y me susurró al oído unas 4 veces que me quería mucho, yo le refutaba que yo lo quería más. Cuando llegamos a la puerta de mi casa, se sentó en la segunda grada de las escaleras cuadradas de mármol, me senté a su lado, y conversamos de cosas graciosas, no nos dimos cuenta el paso del tiempo, hasta que sonó Pink de Aerosmith, era su tono de mensajes. Era Jaime, avisándole que tenía que irse a Phantom en media hora. Fastidiado por el apuro Nicolás cerró la tapa de su celular con la boca, como era de esperarse, cerro la tapa con un poco de su labio dentro y soltó un alarido de dolor. Me reí, y me miró serio.
—No me dió gracia.— Me dijo frunciendo los labios.
Pero no podía dejar de repetirme la escena, fue muy graciosa.— Lo siento bubba.— Y le regale un beso en la mejilla.
Me deslumbró con su bella sonrisa, me acunó en sus brazos, me miró directa y profundamente a los ojos, y acerco sus labios a los míos. Lentamente, sin perder el contacto visual, fui cerrando mis ojos. Y nos besamos. Sentía mis labios ardiendo en fuego vivo, ese mismo fuego se apoderaba de mi cuerpo, queriendo abrasar mi corazón. Lo amaba, ya era mío, ya era de él. Nos separamos y nos miramos por un corto tiempo, porque Nico se dio cuenta de algo.

—Da...Dannie... Tus ojos... ¡Son celestes!.

Inmediatamente me ruboricé, nadie sabía sobre eso, excepto Jenna, ella era la única que lo había notado cuando éramos pequeñas, mientras jugábamos y me golpeé con la casita de madera que había en su patio trasero, mis ojos cambiaron de verde azulado a topacio, rompí en llanto y, Jenna empezó a gritar: ¡Mamá!, ¡Tía Luciana!, ¡Danna tiene los ojos amarillos!. Recuerdo que dejé de llorar para empezar a reírme, mi mamá y la mamá de Jenna, la tía Pame, como yo la llamo, me miraron y confirmaron lo que Jenna dijo. Mi mamá me llevó al doctor al día siguiente, pero el doctor no supo responderle el por qué de mis cambios de pigmentación en los ojos. Probó con varios médicos, pero ninguno supo darle respuesta. Con el paso del tiempo, mi mamá, Jenna y yo lo fuimos descubriendo.

Le di la espalda con un giro, seguro que lo espantó. Pero no. Se colocó frente mío y me dio un beso.—No te escondas.—Me dijo.— El celeste de tus ojos combina con la negra noche.
Levanté la cabeza y le sonreí. Le besé la nariz.—Te quiero más que demasiado.
Me dio otro beso.—Eso es imposible, por que yo te quiero más. Pero, ¿me podrías explicar qué es lo que acaba de suceder?
Le conté el episodio en la casa de Jenna, y le expliqué que esos cambios se debían a emociones fuertes y estados de ánimo.—Cuando cambian a topacio es porque no me siento bien, estoy incómoda o simplemente triste y...—Me interrumpió para verificar el color de mis ojos, que seguían siendo de un celeste vivo.—Cuando se ponen celestes es por que estoy feliz.
—Que alivio... Eso quiere decir que es la primera vez que te hago verdaderamente feliz.
—En realidad me asombra por qué no cambian definitivamente al celeste, me haces más que feliz Nico. Pero lamento decepcionarte, no es la primera vez que me haces verdaderamente feliz, es la tercera. La primera fue cuando te conocí, fue después de que te fuiste de mi casa, mi mamá se dio cuenta, y la segunda fue ayer, cuando entré a mi casa luego de que tú y Angello se fueran. Ya había dejado de tener estos cambios desde hace varios años, ahora se han vuelto casi seguidos.
—Bueno pues, a mí me hace más feliz el haberte devuelto la felicidad. Te adoro Dannie.— Y besó mi frente.

Su celular sonó de nuevo.—Dannie, ahora sí me tengo que ir, te prometo que no haré nada malo, pensaré en ti todo el tiempo.
Hice un puchero, no quería que se vaya, pero no podía hacerlo quedar, yo también tenia que hacer cosas con mi madre.—Yo lo haré igual. Mañana vienes ¿sí?
—Con mucho gusto señorita.—Me dio un largo beso en los labios y se levantó, lo seguí, lo abracé y hundí mi cara en su pecho. Le di un ultimo, pero corto, beso en los labios y se fue alejando al caminar.



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